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Salidas al monte ¿todo bajo control?

En este nuevo post, trataremos sobre la importancia del entrenamiento tanto para situaciones cotidianas como para momentos de ocio con nuestros perros. Todos aquellos que trabajamos con canes, creemos y pensamos que el entrenamiento es fundamental para el día a día a con nuestros perros, sin embargo poco pensamos en las salidas o excursiones a entornos naturales, ya sea monte, playa, campo, etc….

El entrenamiento  de nuestros perros en la ciudad nos proporciona control, seguridad o evitar situaciones socialmente reprobadas . Por otra parte, en las salidas de ocio buscamos aproximadamente lo contrario, que el perro corra, investigue, olisquee y descubra nuevos lugares y situaciones que le puedan proporcionar bienestar. Esto, sin duda, mejorará tanto su equilibrio físico como mental . 

Ahora bien, ¿Cómo afecta el entrenamiento sobre la toma de decisiones de nuestros perros? ¿Existe una relación directa entre perros menos “exploradores” con el entrenamiento en obediencia?

Partiendo de la base de que en los trabajos de obediencia , buscamos principalmente control, estamos, entre otras cosas, cambiando el foco de atención de los estímulos externos a una redirección hacia nosotros, ya sea con una mirada, por caminar a nuestro lado o por un comportamiento incompatible como un sentado ante la presencia de otro perro o una persona, cualquiera de estos comportamientos sujetos a la entrega de un reforzador que sale de nuestro propio bolsillo, ya sea salchicha, pienso, mordedor… o lo que es lo mismo, hemos conseguido que nuestro perro realice una serie de comportamientos más adaptados para nuestro control únicamente en base a la obtención de un pedazo de carne. 

¿y qué ocurre cuando realizamos salidas de ocio? Como comentábamos antes, buscamos aproximadamente la situación opuesta, que nuestro perro investigue, que se despegue de nosotros, que se separe,…y sin darnos cuenta, hemos creado a un pequeño esclavo de salchichas, que permanece continuamente a nuestro lado, que cuando se separa rasca el suelo mientras nos mira para “solicitar” la entrega de su refuerzo o que cuando se cruza con otro perro, tras olerle tres segundos,  nos mira para obtener nuestra confirmación para inmediatamente venir a nuestro lado a “pedir” su reforzador, sí, hemos conseguido que nuestro perro sea un esclavo muy controlado. 

Durante años, hemos criticado abiertamente el uso de estímulos aversivos como forma de entrenamiento, ya que limitan al perro a  NO realizar comportamientos como evitación a un posible castigo (positivo) ya sea en forma de descarga, tirón o golpe en el cuello; Indudablemente, la supresión de castigos es absolutamente beneficiosa para nuestros perros, pero ¿Es el uso de reforzadores basados únicamente en la comida la solución definitiva para mejorar la calidad de vida de nuestros perros? Sinceramente, creo que tampoco, hemos cambiado que el perro no realice determinados comportamientos para no verse castigado a que los realice con el propósito único de recibir una salchicha, disminuyendo así sus destrezas exploratorias y sus capacidades sociales, llegando, en  algunos casos, al conflicto al haber cambiado la funcionalidad de la propia comunicación por la de la obtención de un estímulo apetitivo (comida).

Este problema puede estar causado, entre otros, por la distorsionada imagen del “refuerzo positivo” en los perros, donde, incluso entre profesionales está limitado a un pedazo de salchicha, obviando la multitud de refuerzos ambientales que encontramos en el día a día, refuerzos, además, “elegidos” por nuestro perro y en el que nosotros simplemente nos limitamos a darle acceso a cierta distancia, aumentando así la capacidad exploratoria de la que hablábamos antes, o permitiendo saludar a otro perro de manera posterior a un sentado, haciendo que la funcionalidad de la comunicación sea comunicarse, mediante señales de calma, apaciguamiento , juego….

 Otra de las causas podría ser el sobreentrenamiento, común entre profesionales neófitos propietarios muy motivados, que quizá, por esas ganas y motivación de demostrar su valía, entrenan perros con “demasiado” control (esclavos de las salchichas).

Sin duda alguna, debemos buscar el término medio entre el control y la libertad, el control en la ciudad, en el día a día, nos aporta seguridad y evitar situaciones desagradables; la libertad de las salidas a la naturaleza les permite ser mas perros…

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